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Mariposas en el estómago

Esta típica frase que todos hemos sentido o escuchado, resulta que también tiene un “significado” científico.

En el post anterior hablé del Sistema Nervioso Autónomo (se encarga de todo lo involuntario del cuerpo), y que dentro de él estaba el Sistema Nervioso Entérico (SNE). Pues este sistema es una colección de, al menos, 100 millones de neuronas que residen en el tracto gastrointestinal. ¡Es el conjunto más grande de neuronas fuera de la médula espinal y el cerebro!

Es el que llamamos realmente “el segundo cerebro”, y claro, la información que este sistema envía es sensitiva. Aquí es donde se entiende la relación entre los neurotransmisores y las emociones.

¿Se te ha cerrado el estómago por nervios? ¿Tener hambre te enfada? Todas esas respuestas están aquí.

El SNE se encarga por ejemplo de secretar neurotransmisores como la serotonina, que regula nuestros estados de ánimo, las conductas alimentarias, el sueño, la ansiedad o nuestro comportamiento sexual, o la dopamina, que afecta a la motivación, a la recompensa, al dolor, al aprendizaje o al humor.

Otras funciones serían:

Coordinación de reflejos y movimientos gastrointestinales

Controlar la secreción del ácido biliar o pancreático

Modificar y regular la absorción de nutrientes

Interactuar con el sistema endocrino intestinal y también con el sistema inmunitario

Dependiendo de la situación y de la persona, habrá estímulos que nos lleven a unas sensaciones u otras, y a que tengan más o menos intensidad, como pueden ser: hambre, saciedad, evacuación incompleta, dolor… Y todo esto ocurre en el SNE.

La inflamación continuada del intestino hace que nuestro SNE tenga más bajo el umbral del dolor y por tanto la percepción del dolor sea más intensa o más localizada en determinadas zonas que otras personas; también provoca cambios en la motilidad intestinal o en la secreción de ácidos. Como ya sabes, el estrés, una mala alimentación, emociones no gestionadas… Todas pueden provocar un desequilibrio en la microbiota, y finalmente, inflamación.

Por tanto, las emociones afectan directamente al intestino y él las afecta a ellas, hay una comunicación constante entre uno y el otro. Y así, un desequilibrio en la microbiota intestinal puede influir también en nuestro comportamiento y en “nuestra visión del mundo”, tenemos que intentar mantener nuestro SNE y microbiota en óptimas condiciones para tener una buena salud y una sensación de bienestar prolongada.

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